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Su vida
Los Primeros Años

Juana Paula Manso nace en Buenos Aires, en el barrio de Monserrat, el 26 de junio de 1819.
“En treinta de Junio de mil ochocientos diez y nueve, el Pbro. D. Apolinario Cano, bautizó solemnemene una niña nacida el día veinte y seis del mismo mes se llamó Juana Paula es h. l. de Dn. José Ma. Manso y Da. Teodora Cuenca fueron padrinos D. Francisco Cascallares y Doña Isidora Piñeyro a nombre y pr. comisión a Da. Manuela Chabes, a quienes se previno y doy fe. Por comisión y decreto del V. Provor, Cyrilo E. Garay, Cura actual” (Libro de Bautismos de N.S. de Montserrat del año 1830, folio 153. Velasco y Arias)
Su padre, José María Manso, nacido en Málaga, arribó al Plata en 1799. Ingeniero civil y agrimensor, ejerció su profesión en ambas márgenes del Plata. De convicciones liberales, adhirió a la Revolución de Mayo. Unitario y colaborador del gobierno de Rivadavia, impulsó la creación de la Sociedad de Beneficencia Educativa, que fundó las escuelas de las Catalinas y de Monserrat, en esta última estudiaría luego Juana Paula.
Su madre, Teodora Martínez Cuenca no es seguro que fuera porteña de linaje hispano, como afirman varios biógrafos, ya que desde 1817 hasta 1821, estuvo en vigencia la prohibición del matrimonio entre un español y una hija del país. Su hermano D. Luciano Cuenca, fue servidor en la Cuarta Compañía del Segundo Batallón del Cuerpo de Infantería Voluntarios Patricios que recibió del Virrey Liniers el grado de Sub-teniente, por su destacada participación en las Invasiones Inglesas. No hay muchas más referencias sobre ella.
En 1827 nace su hermana Isabel.
Desde pequeña Juana se destaca por su inteligencia y curiosidad. “Aprendí a leer por mi misma– dice en una carta a Sarmiento en 1868- preguntando una letra y otra, combinando los sonidos y empecé a leer a los seis años de edad.” Su padre estimula y guía su educación, la lleva a tertulias y conciertos, al café porteño La Victoria, donde Juana recita odas patrióticas. También lo acompaña en sus viajes de agrimensor, lo que le permite conocer costumbres y paisajes de ambas orillas de Plata, que luego describirá en sus novelas.
Concurre a la escuela Monserrat, que en 1824 se convierte en la primera Escuela Normal del país creada por Bernardino Rivadavia. Se aburre y siente rechazo por los métodos de enseñanza. Lee a la perfección, pero es aplazada al no poder memorizar el alfabeto. “…en la escuela, donde me sujetaban al aprendizaje sistemado del alfabeto, no pasaba del “Cristo”, porque no podía comprender su valor alfabético y como ’empacaba’ allí, no iba adelante”, refiere en la citada carta a Sarmiento. Las lecturas escolares no le atraen, en cambio devora las Fabulas de Samaniego, los Consejos a mi hija, Isabel o los desterrados y cuanto libro caía en sus manos.
Su padre trabaja para el gobierno de Rivadavia. Muchas veces en su hogar presencia discusiones acaloradas entre unitarios y federales, inestabilidad, intrigas y sospechas que van desarrollando su imaginación y conciencia sobre el destino de la patria. Cuando Rosas gobierna sufre los decretos escolares que imponían reglas y propagandas en favor del gobierno.
Se interesa en el estudio de idiomas, especialmente del francés y realiza estudios de música y canto en la Academia de don Antonio Picazzarri y de piano con el maestro Pedro Esnaola.
A los trece años traduce del francés El egoísmo y la amistad o los defectos del orgullo con el seudónimo de Una joven argentina, que su padre hace imprimir en Montevideo y Mavrogenia o la heroína de Grecia, sobre la obra de Jean François Ginouvier Mavrogénie ou l’héroïne de la Grèce, nouvelle historique et contemporaine. Suivie d’une lettre de l’héroïne aux dames parisiennes (París, 1825). Esta obra la dedica a la Sociedad de Beneficencia y lleva al frente una carta original en felicitación de la creación del Colegio de Castas, establecido en San Miguel. Ya ve Vd. -le dice en carta a Sarmiento- que debutaba por la educación y me declaraba antiesclavista y negrófila. Escribe poemas.
Las persecuciones del gobierno de Rosas se van intensificando, su casa es vigilada. En 1836, su padre se instala definitivamente en Montevideo.
Sin otros estudios escolares, Juana Manso se revela como autodidacta de vocación literaria y pedagógica, con interés especial por el estudio de idiomas.
https://www.juanamanso.org/
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